(Barcelona, 1993)

Por fuera estoy así y por dentro estoy que lloro. Porque no entiendo mi existencia sin llenarle la cara de besos a mi abuela o sin tocar a las personas que quiero. También porque que me cueste bajar el ritmo, hasta estando obligada a ello, creo que es un síntoma que va más allá de mi nerviosismo natural. Me siento más cómoda con las no-etiquetas (o, lo que es lo mismo, estas son las etiquetas que me incomodan): no-soy-solo-mi-trabajo, no-soy-periodista y no-soy-artista.

Esta situación me recuerda cuáles son las estructuras que nos sostienen. Y hoy es imposible no mirar.

Más mimos, menos mal.

𝔫𝔞𝔱𝔞𝔩𝔦𝔞 𝔰𝔞𝔫𝔱𝔬𝔩𝔞𝔯𝔦𝔞